Hace
ya más de 35 años que murió Angela Loij, la última representante del pueblo Selk’nam,
y con ella, se desvanecieron también los últimos vestigios de una de la
culturas más representativas de Tierra del Fuego, en el extremo más austral
de nuestro continente.
Selk’nam,
también conocidos como onas, fueron un pueblo aborigen que habitó la zona norte
de Tierra del Fuego hasta la llegada masiva del hombre extranjero a sus
tierras, a finales del siglo XIX, cuando inició lo que hoy conoce como el “Genocidio Selk’nam”. Época en la que los colonizadores europeos no
sólo abusaron de las tierras en las que vivía este pueblo, sino que también fueron
objeto de toda clase de torturas y vejámenes, siendo víctimas también del fenómeno al que se denominó como “zoológicos de humanos” (episodio que varios siglos más tarde serviría de inspiración para que una compañía de teatro nacional
levantara una obra de teatro de gran calidad). Los colonizadores no
tardaron más de 20 años en reducir el número de indígenas a tan sólo unos 600
para finales del 1800. Hoy, casi dos siglos después, sólo quedan alrededor de 700
descendientes de esta etnia, ninguno como Angela Loij o Lola Kiepja, las
últimas representantes nativas del pueblo selk’nam de las que se tiene
registro.
Hoy
en día los onas son conocidos no solo por
este terrible episodio en la historia de nuestro continente, sino porque su
cultura logró un gran desarrollo espiritual, contaban con diversos mitos que
explicaban el origen de todas las cosas y de la mano con este desarrollo
espiritual va también el desarrollo artístico y quizás una de las cosas por las
que más se recuerda y habla hasta el día
de hoy de los selk’nam: La pintura corporal.
Si
bien la pintura corporal era algo que formaba parte de su vestimenta normal,
generalmente estos fueguinos cubrían sus
cuerpos con pieles de animales debido al crudo clima de su ubicación geográfica, cubriendo así, la mayor parte del tiempo, sus adornos corporales.
Las pinturas, además de tener una finalidad práctica también cumplían las veces
de adorno estético, pues a través de estas se podían expresar estados de
ánimos, entre otras cosas. Las pinturas, que eran obtenidas con arcilla o carbón mezcladas con
grasa animal, tomaban una gran importancia a la hora de celebrar ceremonias de carácter
“religioso” específicamente en el ritual del Hain.
El Hain era un ritual por el que debían pasar todos los niños de entre 14
a 16 años, en el cual, después de un periodo de algunos meses en los que el joven era sometido a múltiples y
agotadoras pruebas, se convertía en un hombre maduro. El Hain en sí era una
especia de choza en donde se llevaba a cabo el ritual. Durante esta ceremonia,
los hombres onas se disfrazaban para representar diferentes espíritus que
atormentaban no sólo a los klóketen (nombre que recibían los jóvenes que
estaban dentro del Hain) durante esta iniciación, sino también para atormentar
a las mujeres y así perpetrar el poder de los hombres selk’nam dentro la
sociedad.
Hombres selk'nam personificando a diferentes espíritus durante la ceremonia del Hain |
Los
selk’nam se pintaban el cuerpo de diversos colores, aunque estos generalmente fluctuaban entre el rojo, blanco, negro y en ocasiones el amarillo oscuro. Los
motivos que estampaban en su cuerpo variaba dependiendo de qué deseaban
personificar. Por ejemplo, el color rojo se atribuía a espíritus que
pertenecían al cielo oeste. El negro al norte y el sur, el blanco. Los motivos
generalmente eran lineales o circulares, pero sólo cuando estos no eran lineales
eran aplicados con las manos, las máscaras para personificar a los espíritus también
se decoraban con estas pinturas. Esta expresión de pintura corporal ha sido
considerada, además de la expresión artística más antigua del extremo austral,
como un ejemplo verdadero del body art.
Su influencia en el arte moderno
Su influencia en el arte moderno
Es precisamente esta ceremonia, además de lo ocurrido con los zoológicos humanos en 1891, lo que inspiró a la compañía teatral chilena “La
Patogallina”bajo la dirección de Martín Erazo, -quién también es director de la compañía- a crear la obra teatral “El extranjero: El Último Hain”*,
obra que cuenta la experiencia de un joven klóketen que es capturado junto a un
grupo de hombres y mujeres selk’nam para ser llevados a Europa con la finalidad ser exhibidos como parte de los zoológicos humanos a fines del siglo XIX. La
obra, que cuenta musicalización en vivo rescata, además de la ceremonia del
Hain, otra expresión artística que era de mucha importancia para este pueblo: los cantos propios
de esta cultura.
Porque si bien la pintura corporal era parte importante de la
cultura selk’nam, los onas también tenían diferentes cantos para diferentes
momentos del día, o diferentes rituales religiosos. Por ejemplo, era común que día
tras día –durante el tiempo que durase el Hain- las madres de los jóvenes
klóketen se reunieran fuera de sus viviendas a cantar lo que se conocía como “huíchula”,
canto con el que se creía se llamaba el amanecer de un nuevo día. Así, los onas
tenían cánticos para por ejemplo, prevenir las lluvias o la nieve o para tejer
o maquillarse, o también para "invocar" a las ballenas cuando había periodos de escasez. En la ceremonia del Hain, cada espíritu representado por los
hombres tenía también su canto propio. La música era una parte muy importante
de la cultura ona y estaba centrada principalmente en la voz aunque también
utilizaban algunos rústicos instrumentos musicales, hechos de hueso de ave o
palos con cuero enrollado.
Lola Kiepja, una de últimas representantes del pueblo selk'nam |
Durante su visita en Tierra del Fuego en 1964, la
antropóloga estadounidense Anne Chapman, -quién escribió sobre los onas a partir
de su experiencia con Angela Loij y Lola Kiepja-, documentó los cantos de Lola en un grabador magnetofónico y muchos
de esos registros fueron publicados, años más tarde en dos discos que fueron producidos
por el Museo del Hombre de París, bajo el título “Cantos selk’nam de Tierra del
Fuego. Estos registros fueron los que sirvieron de inspiración para Francisco Baquedano**, estudiante universitario y dj aficionado para crear
mezclas de música electrónica con cantos típicos onas: “La motivación
principal que tuve a la hora de crear el tema es la integración y re-valoración
de las culturas aborígenes y específicamente de los selk’nam ya que siempre me
han llamado la atención, de alguna manera siento que a través de esta música
también se puede contribuir a la recuperación de la memoria histórica fusionándola
con sonidos más actuales.”
A fin de cuentas, puede la brutalidad del hombre europeo haya
exterminado con todo lo que alguna vez construyo este pueblo tan lleno de expresiones
de artes, pero sin duda alguna que gracias a personas como Francisco, o
compañías de teatro como La Patogallina, sus influencias estarán presentes
durante un largo tiempo en la sociedad.
*Sinopsis "El extranjero: El Último Hain"
**Soundcloud de Francisco Baquedano <madtrip>, donde podrán revisar su trabajo musical
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