miércoles, 13 de noviembre de 2013

La Orquesta Latinoamericana
             el movimiento que busca un espacio en su propio territorio

foto: Orquesta Andina PUCV por Yovanny Torres

De la casa al colegio
                Venecia Vianeli Cabezas Melendre nació en 1993 en Santiago de Chile. Cuando tenía dos años  su madre decidió trasladarse a un lugar más seguro para criarla a ella y sus cinco hermanas. La localidad escogida fue Osorno. La ciudad nueva era gris, sus cielos se veían despejados pocas veces en el año, y el invierno era tan lluvioso que muchas aves enmudecían durante meses, menos los queltehues y las bandurrias, a las que se les  escuchaba algunas mañanas cuando el sol era débil, y el vapor parecía elevarse como el alma de los pastos que escapaba aprovechando la breve tregua que el cielo le brindaba a la tierra.
                En la casa de madera la música oscilaba de punta a punta y por todos los rincones, contrastando o acompasando el sonido de la lluvia sobre los zincs del tejado.  Por las tardes y en las celebraciones su abuelo cantaba con una vieja guitarra. Actividad que pronto comenzaron a hacer sus hermanas mayores, llegando a haber bombo y cajón peruano en las fiestas donde se reunía su familia.
                A los cinco años ingresó a kinder en la Escuela Sor Teresa de los Andes, establecimiento que estaba enclavado en un sector llamado La Kolbe, una población donde los mismos propietarios construían sus casas, por lo que al transitar la calle  veía a familias enteras martillar y serruchar mientras compartían comidas y conversaciones a gritos de una vereda a otra. Los primeros años en la escuela fueron comunes, las clases típicas con un profesor, pizarrón y tiza. Hasta quinto año, cuando llegó una pareja de profesores de educación musical, Jimena Torres y Aliro Núñez. A semanas del arribo, por las tardes se comenzó a escuchar música similar a la que cantaban el abuelo y las hermanas de Venecia. La pequeña, guiada por su oído y curiosidad, una tarde llegó hasta la sala de ensayo, ahí había un grupo de varios niños ordenados por instrumento recibiendo instrucciones de manera muy lúdica por parte del profesor. Quedó maravillada con esta imagen, y desde entonces todos los días pasaba a espiar y escuchar por algunos minutos al grupo de músicos que vestían el mismo uniforme que ella. Pocas semanas después de aquel descubrimiento, su mamá la autorizó para que participara del grupo. La pequeña inicialmente escogió la guitarra, ya que era el instrumento que más conocía, mientras que el charango y los sicus le fueron demasiado extraños. La iniciada aprendía a tocar  cuando Aliro Núñez alabó la habilidad que tenía con las manos e incitó a que practicara el cuatro venezolano.
                El 2005 los profesores nuevos, con el apoyo de la Fundación Cristo Jóven, entidad sostenedora de la escuela, fundaron la primera orquesta de instrumentos latinoamericanos conformada por niños de 10 a 14 años. Tomando como precedente la Orquesta Andina de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, constituida el 2002 por el compositor y director Félix Cárdenas.   

Las dificultades para hacer un camino
                Aliro Nuñez una vez le mencionó a la naciente cuatrista que en la postulación a un proyecto del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes le sugirieron agregar un par de violines, flautas traversas y contrabajos al grupo, ya que de esa manera le sería más fácil optar a fondos y postular a proyectos, porque para la institución los instrumentos latinoamericanos no podían conformar una orquesta.
                Citando la definición de orquesta que establece la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile, la que declara : " La Fundación considera orquestas juveniles o infantiles, a aquellas agrupaciones musicales que tienen un número mínimo de 12 instrumentistas, están integradas por niños o jóvenes de hasta 24 años de edad, tocan instrumentos de cuerda (con presencia predominante de violines y violoncellos) e incorporan idealmente instrumentos de viento y percusión". El profesor y director de la Orquesta de Instrumentos Andinos de la Escuela de Música de Putaendo, Francisco Duarte Bravo, destaca el carácter excluyente de la fundación dirigida por la primera dama, recalcando que la mera restricción impuesta en la enunciación impacta en el imaginario social y la relación de los ciudadanos con las agrupaciones musicales.
                Cuando Venecia cursaba tercero medio, su generación comenzó a reunir dinero para realizar una gira de estudios. Y entre las actividades a beneficio que hicieron, estuvo un concierto con entradas pagadas. Para publicitar la iniciativa  salían a pegar afiches en diferentes lugares de la ciudad, locales comerciales especialmente. Y en uno de ellos, el dueño, luego de leer el afiche les negó la vitrina y obligo a que se fueran, porque según él, pertenecían al "colegio comunista".
                Entre esos años  a la escuela le cambiaron el nombre a Colegio Artístico Santa Cecilia, la patrona de la música, y Venecia, al igual que todos sus compañeros, se licenció de cuarto medio, fue a su gira de estudio, y rindió la P.S.U. Siendo ella la única en proseguir estudios relacionados a la música. Escogió la pedagogía en música en la Universidad de Playa Ancha, y para suerte suya, hace algunos años Fabián Durán, integrante de la Orquesta Andina de la Universidad Católica de Valparaíso, fundó el Ensamble Latinoamericano Abya Yala en la UPLA.
Comentarios adicionales
                
Fabián Durán
                Sus manos delgadas impresionan, su rápido hablar puede enredar o perderle a uno en el camino, pero la seguridad de sus dichos siempre pueden recordar el  camino.
                "Por mucho tiempo la gente ha estado sumida en el cultura europea, lo que ha generado un vacío, a la vez que la necesidad de investigar nuestras raíces. Aquella fisura fue generada, en cierta parte, por las políticas de Estado de la dictadura. En la música, estas abortaron en pleno desarrollo la música de autores chilenos"
               
Francisco Duarte
                Hombre alto y grueso de formación musical dura, sin embargo se expresa con parsimonia, lo que va muy bien con su voz cálida y a simple vista le asegura mayor empatía con los niños que trabaja.  
                "Lo mío es un tema personal con el rescate y la identidad. Además me vine de Valparaíso con el dolor de que las artes están centralizadas entre la Plaza Sotomayor y la Avenida Argentina, pero para los cerros es muy poco lo que llega". "Nuestra orquesta pertenece a la Asociación de Orquestas Latinoamericanas de Chile (ASOLCHI), la que nace por la necesidad de integrar las orquestas de corte latinoamericano para luchar por sus derechos y organizar los lineamientos básicos de las mismas, ya que hay un movimiento musical no reconocido y discriminado por buscar un lenguaje propio".
                Los dos directores estiman que las orquestas de instrumentos latinoamericanos además de ser un fenómeno novedoso, también son una reivindicación cultural, ya que en la historia del continente latinoamericano los lenguajes ancestrales quisieron ser exterminados mediante la imposición de otra lengua, pensamiento, y paradigma.

Preguntas para el cierre
                ¿Será este movimiento otro ejemplo del cambio cultural embrionario que se divisa hace algunos años en diferentes países de Latinoamérica?

                ¿Cuál será la proyección de este movimiento? ¿El Estado chileno pondrá énfasis fomentar este tipo de iniciativas o continuará apoyando la publicidad y asimilando manifestaciones extranjeras antes que las propias? ¿Cuán necesario es mirarnos a nosotros mismos?

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