Romper con lo
establecido debe ser uno de los sentimientos que más afloran del ser humano.
Sentirse obligado a seguir las normas que otros han impuesto durante el tiempo
necesariamente con llevan a generar nuevas ideas, teorías, postulados y por
cierto nuevos movimientos artísticos y literarios. Es así como surgió uno de
los conceptos más revolucionarios y rupturista de la historia del siglo XX, el
surrealismo.
Nació en Francia en el año 1920, aunque algunos postulan
que las aspiraciones de este movimiento aparecieron desde el siglo XV, en la
pintura un gran inspirador fue Hieronymus Bosch, más conocido como “El Bosco”. El surrealismo contempla
sus obras en el área artística y literaria, basadas a partir del dadaísmo y a
su precursor, líder, y pensador el poeta André Breton.

En conjunto con el dadaísmo y basándose precisamente en
él para la creación del surrealismo, estuvo André Breton quién precisamente en
1924 y sin ánimo de establecer ninguna regla que sería una contradicción para
su creación, escribe el primer manifiesto
surrealista donde plantea textualmente: “sustantivo, masculino. Automatismo
psíquico puro, por cuyo medio se intenta expresar, verbalmente, por escrito o
de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado
del pensamiento, sin la intervención dictada de la razón, ajeno a toda
preocupación estética o moral”.
En esta misma línea de pensamiento, Breton se da cuenta
que sus teorías que desea plasmar en sus obras, no provienen de ninguna otra
corriente artística ni menos de la realidad pura, sino del propio alcance de
los sueños y del inconsciente. Así en 1928 expone la psicología surrealista: “el
inconsciente es la región del intelecto donde el ser humano no objetiva la
realidad sino que forma un todo con ella. El arte, en esa esfera, no es
representación sino comunicación vital directa del individuo con el todo”.

Precisamente esas imágenes que navegan y se funden en
nuestros sueños, son los que el surrealismo pretende que sean plasmados en el
mundo del arte, sin reglas, parámetros, ni realidad que seguir, sino dejar que
nuestra mente en plena libertad sea la impulsadora en guiar el desarrollo de las obras surrealistas sin una pisca de conciencia.
Una buena ayuda para quienes deseen desarrollar el movimiento
surrealista y siguiendo los tips de Tristan Tzara, creador del dadaísmo, sería
tomar una bolsa y meter en ella nuestros sueños, para lo cual necesitaríamos la
ayuda de nuestra memoria y recordar todo los que más podamos, momentos, amores,
desilusiones, palabras, significados, familia, amigos, mascotas, objetos, todo
lo que queramos y sacudirlos fuertemente dentro de esta bolsa y luego
pintarlas, escribirlas, esculpirlas, poetizarlas en fin y como diría Tzara:
“Serás así un digno artista surrealista, infinitamente original y de una
sensibilidad hechizante, aunque incomprendida del vulgo”.
Surrealismo histórico

Foto 1: ROBERTO MATTA. "Three Figures", 1958.
Foto 2: ADRIAN
GHENIE. “Dada is
Dead”, 2009. Acrílico y collage sobre papel.
Foto 3: JIM
SHAW. “Dream Drawing”, 1996.
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