miércoles, 11 de diciembre de 2013

Entrevista:

Luis Aburto, artista callejero:

“Creo que el arte que se aprende en la calle y en conexión con la gente, es mucho más valioso”

“Yo tenía 9 años la primera vez que intenté hacer malabarismo, recuerdo que en esa época recién se estaba popularizando el arte callejero como una disciplina y no un simple hobby. En ese momento, me acuerdo que estaba con mi papá cruzando la calle y en el semáforo estaba un flaco equilibrándose sobre una pelota y haciendo malabares con clavas, que en ese momento no sabía lo que eran, al mismo tiempo, yo quedé asombrado. Incluso hice que mi papá se detuviera y nos quedamos mirando todo el show, con la boca abierta, como cabro chico que descubre algo nuevo, sentí que se había presentado un mundo frente a mis ojos y quería vivir en él”

Ese fue el primer acercamiento que Lucho Aburto –para los amigos- tuvo al arte callejero, desde entonces nunca se ha aleado de él, ya son 13 años dedicándose a lo que ama y por lo que se ha perfeccionado con el paso del tiempo, formando parte de grupos como Malabicirco, el “Colectivo de Malabarismo y Artes Callejedas, Clavalpo” y dedicándose por unos años en el arte circense, donde desarrolló sus habilidades con mayor precisión y disciplina.


Sus inicios se enmarcan en el 2001, mientras todos comenzaban a articular sus mejores pasos de “axé” con el programa juvenil Mekano, Lucho prefirió enfocarse en otras cosas practicando el malabarismo, en un principio. Aunque costó bastante coordinar las manos, como señala él, al poco tiempo logró desarrollar habilidades notables, así que comenzó a buscar otras formas y actividades para seguir creciendo como un puberto artista callejero. Practicó el diábolo, la rutina del “tacto” con burbujas (pelota transparente que se pasan por los brazos, cabeza y cuello creando una ilusión de que la pelota se mueve sola y hasta levita). Pero esto no fue todo, el esplendor de la época callejera de Lucho se produjo cuando entró a estudiar al liceo “Eduardo de la Barra”, donde apenas tuvo la oportunidad de formar un taller de malabarismo la hizo. Si bien el taller en un principio comenzó desarrollando técnicas bastante básicas y de formación inicial para esta actividad de expresión artística, luego de un año, con el equipo de “Malabarrismo” –como se llamaba el grupo liceano- lograron implementar, las especialidades de tela, en un principio, el elástico (actividad en la que una persona hace equilibrio sobre un elástico extendido a un metro de altura sobre el suelo) hasta trapecio, dispuesto en el gimnasio del liceo.



“Esos fueron años dorados, por un lado había muchas cosas que aprender, no digo que ahora lo sepa todo, pero en ese momento de verdad sabía muy poco. Y ese taller fue como un nuevo despertar, una nueva entrada a cosas más complicadas pero fascinantes, comencé a adentrarme en lo que se trataba el arte circense y no me saqué de la cabeza la idea de formar, por lo menos una vez en la vida, parte de un circo”

 






Por otro lado, también se potenció como gestor cultural, organizando juntas de artistas callejeros en el Centro Cultural Ex Cárcel, donde participaban integrantes de circos que se encontraban en la quinta región, y que sirvieron de apoyo técnico y testimonial. En dichas reuniones, además de prestar una colaboración práctica desarrollando talleres de enseñanza de ciertas prácticas como tela y malabarismo específicamente, también realizaban charlas donde se discutía la importancia del desarrollo del arte callejero como disciplina reconocida, los valores de este, que apuntan a un relación de la expresión artística llevada a la calle y a todas partes y por sobre todo, realzar la valorización de un arte alejado de la academia con referentes que aman y se relacionan de otra forma con lo que desarrollan, donde el público y el hecho de complacer a este es esencial.

A su vez, también ha sido colaborados en varios grupos de batucadas de la región incorporando el malabarismo y actos circenses dentro de los shows, con las murgas en San Antonio, en Los Mil Tambores en Valparaíso, en el Encuentro de Malabaristas y Artistas Circenses que se realiza en Santiago. Buscar todos los escenarios y ambientes posibles para mostrar y compartir con otros el arte que tanto le gusta, es el objetivo de Lucho.





Luego de salir de 4º medio, prefirió dedicarse a lo que más le brindaba felicidad, y con lo que se sentía más útil. Así que, para no molestar a sus padres hizo sus maletas y se emprendió a recorrer Chile con el grupo “Malabacirco” donde estuvo por más de dos años y en el que aprendió la importancia de relación del arte callejero y la comunicación con la gente. Que parece bastante obvia, pero tiene un sentido mucho más profundo.

“Cuando entré a trabajar con los chiquillos, me recibieron y trataron súper bien desde un principio, el Wladi me enseñó mucho sobre la importancia de integrar a la gente a los shows, de interactuar con ellos, que sintiera que aquello que estaba haciendo realmente generaba algo en alguien, aunque fuera una persona, que se riera con el show, que quedara pegado, que se asombrará con alguna maniobra. Eso es lo que finalmente, al terminar el día, te deja con el pecho inflado y con la sensación de que estás haciendo algo que realmente sirve, aunque sea para que la gente se distraiga un poco, es bonito. No hay nada más bonito que ver a los niños asombrados saltando como locos. Después del terremoto, nosotros fuimos a Dichato, el ambiente era desconsolador y la gente de verdad necesitaba un poquito de cariño, esa cosa cercana que se genera. Ese fue uno de los momentos más significativos que pasé con Malabicirco”

Luego de estar por dos años en el grupo, Lucho tuvo que abandonarlo por motivos de fuerza mayor. Volvió a su casa en Viña del Mar y con ello la idea que volvería a la rutina le pulverizaba la cabeza, pero para su suerte, recibió la visita de unos artistas circenses con los que había trabajado en la Ex Cárcel. La posibilidad de ser parte de un circo era una realidad, no lo pensó dos veces y tomó sus maletas que apenas alcanzó a desarmar, para embarcarse otra vez en la aventura.

“El año que pasé en el circo fue lo máximo, me especialicé el trapecio. Teníamos funciones cada noche durante la temporada de primavera-verano. El ambiente que se genera en el circo es muy bonito, todo es como mágico, brillante, las luces, las acróbatas, los payasos, todo genera un clima especial que resulta en una atmósfera donde todo es agradable”.

Lamentablemente su estadía duró menos de lo que le hubiese gustado a Lucho, por problemas con algunos integrantes del lugar que criticaban a los artistas sin formación circense desde la cuna. Es por eso, que nuestro protagonista decidió no dar el nombre del circo y sólo referirse a los recuerdos valiosos que guarda de esa experiencia. En la actualidad, Lucho está formando parte de varios grupos en los que se desempeña como colaborador y formador de artistas callejeros, sin embargo, no se cierra a la posibilidad de aventurarse de nuevo y salir a recorrer Chile o quizás el mundo, quién sabe. 
Los Mil Tambores 2013 
Festival Los Mil Tambores 2012 


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